19 de abril de 2013

E la nave va

Créanme, el atentado no va a hacer que renunciemos a ninguna de nuestras libertades solo porque tengamos la necesidad de sentirnos seguros. No vamos a suprimir la maratón del próximo año. No vamos a irnos a New Hampshire a hacer acopio de armas. Cuando las autoridades encuentren al ser (o seres) débil e irremediablemente inadaptado que ha cometido el crimen, observaremos con incredulidad la ideología retrógrada que le haya servido de excusa y pasaremos página para seguir adelante con nuestras vidas (...) Cuando los espectadores que presenciaron el atentado corrieron hacia el lugar de la primera explosión a ayudar a las víctimas, sin detenerse ni un instante a pensar en su propia seguridad, el propósito fundamental de los terroristas —paralizar de miedo a una población— quedó desbaratado. (Dennis Lehane, en El País)
Es evidente que por esta constancia e ingenuidad (no cambiar, ayudar a las víctimas sin pensar en los riesgos propios) es por lo que, o una parte de las razones, las democracias son superiores. 

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