22 de noviembre de 2012

Clases de Don Tomasso


O de la abogacía del diablo:
Si yo fuera un observador externo (esto es, dios o un economista neoliberal) tendría la tentación invencible de cerrar los centros de enseñanza. Total, para lo que sirven y el interés que ponen sus clientes. No son rentables, son carísimos... Si yo fuera un dios, qué me iba a importar lo que dijera de Mí Tomás, o de qué les iba a servir a los componentes de la cadena de montaje y servidumbre, pensaría el ilustre economista.
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Se conoce a un individuo mucho más por la lista de la compra que por sus poemas, lo mismo que a una civilización por sus vertederos de basura antes que por sus templos.
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Un frente nuboso cubre el sureste peninsular.

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