16 de noviembre de 2012

Terror


Puesto que considero que he madurado, paciente y masivo lector, he decidido echar gato. Una cachorrita monina y zalamera, en líneas generales. Y es que aunque el gato personalmente yo creo que me tiene en estima, no en vano le doy de comer, y juega conmigo, maullándome amistosamente, no dejándome un momento de respiro, la verdad también es que el gato me ataca. Parece que jugando, pero me atraca. A traición. Clavándome las uñas. Yo no sé cómo acabará esto.

1 comentario:

Juan Fco Romero del Castillo dijo...

Tenga en cuenta, amado maestro, que el gato tiene que aprender a usar las uñas. Si se fija, su pequeña cachorrilla todavía no ha desarrollado el mecanismo retráctil de la uña. Cuando lo haga, de dará con la pata y dejará las uñas escondidas. Paciencia, que el camino para domar al gato es largo y duro, como las barras de pan que se dejan de un día para otro. Pero, al final, es muy satisfactorio.