13 de abril de 2012

El diablo está en los detalles

No es lo mismo la impresión de un recuerdo que el recuerdo de una impresión.

Distribuirse mejor ciertos días.

Páginas de PY y MA. Me cuesta concentrarme. Abstraerme de lo que me distrae y no debe.

Agradezcamos al azar la configuración de sus átomos. Agradezcamos a los antiguos que nos dieran esta buena nueva, y que para consolarnos nos regalaran un pequeño jardín. Humano, demasiado humano.

Quien celebra lo pequeño conoce que lo grande es la tragedia, la cual no gasta palabras.

Se te ocurre hilvanar términos con el mismo capricho que la naturaleza traza sus planes. No te extrañe: eres un fragmento del Espejo Roto, antes conocido como mundo.

Quizás pueda surgir un problema de la mala comprensión de un argumento. Utilidad de los errores, heurística de la necedad. Solamente falta poner en sus casillas el problema descubierto, o entrevisto.

Un instante no mantiene relación con ningún otro si no existe una razón suficiente. Una cadena no consiste en eslabones: la trabazón es lo fundamental para el mundo. Para el tiempo, el espacio, los objetos. No podemos evitar el principio de continuidad en la búsqueda de una explicación. Esta misma explicación debe restar inexplicable. De ahí que poner a un Dios, a resultas, no soluciona nada para quien sabe (y también el regusto amargo) que la razón es la desesperanza de Sísifo, o de Tántalo o Prometeo. De cualquiera que sufre en el cuerpo las cuchilladas que le asesta el alma.

Olvidado de mí mismo, entonces es cuando más recuerdo. Como en el sueño, cuando está a punto de descorrerse el velo. Esto es: no llego a ganar, pero estimo que vale la pena el juego, y hago la puesta con alegría. Sabiendo que todo se acaba.

Abomino de los sistemas, de las cárceles vanidosas.

La locura es una cárcel de la que no se puede salir. Peor aun: una cárcel en la que no se puede entrar. De modo que una prisión contiene, a su modo, una representación figurada del mundo y el lenguaje. Se te resiste la entrada en aquello mismo que te prohíbe salir.

La puerta de la ley de Franz Kafka debe consistir en esto mismo que digo. En llegar a saber demasiado tarde, siendo filósofo a tu pesar. De forma estéril: como Moisés y no como Sara. Otra vez la promesa, pero no el hijo y la vida permanentes. (Si, como reza la Cábala, Dios expone su lenguaje en el mundo, la visión de Dios debería consistir en la aclaración de los significados. En abrir las puertas y dejar que entren el aire o la luz. Las dos cifras del espíritu.)

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