25 de abril de 2012

Autoficción

Me parece muy bien el trazado de terrenos, la delimitación de competencias. Aquí una novela autobiográfica, aquí una autobiografía ficticia. Por otro lado, la autobiografía en el sentido más honrado: referencia, verdad, compromiso... Muy bien, así se habla. Lo que sucede es que el ego que finge, quizás como único modo de supervivencia, conoce las reglas del juego que no debe jugar, los planos, y decide quebrantarlos. Un concepto permeable del género literario conduce inevitablemente a su disolución.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Complejo conocer la diferencia. En el relato de auto-ficción, es difícil saber en que momento trasformamos nuestro mundo, nuestra experiencia vivida, en un leguaje retórico. Es complicado distinguir la verdadera realidad de nuestra verdad real. Un segundo vivido lo transformamos en palabras, perdiéndose en ese momento su esencia temporal por un significante.
Todo acto lingüístico es, en suma, un constructo que se esculpe en el instante mismo de su formulación (o algo así decía Roland Barthes, pero creo que tenía razón)