8 de julio de 2009

Turnos de oficio

En el turno de libros inconclusos he llegado a la horma de mi zapato: El desencantamiento del mundo, de Marcel Gauchet. Por cada cosa que entiendo hay media docena que se me escapan. ¿Quién había dicho que no se podía escribir como Hegel, en Francia, 1985?

... Por descontado que el libro de Gauchet es de los retos que merecen la pena afrontar/los.

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Otro asunto:

El peligro de leer libros sobre la educación durante el franquismo existe: el de raspar, para deshacernos de ella, la costra ideológica, reaccionaria e inasumible, pero quedándonos con el interior. Como si fuera algo valioso. Como si la educación, enseñanza, instrucción o lo que sea, tuviera algo que ver con la disciplina o la diferencia de calidad entre maestro y discípulo. Dónde íbamos a parar! Con lo maravillosos que son estos tiempos de rebeldía! Con lo maravilloso que es imaginar un Platón en cada diablillo que hay en el aula. Tú Platón, yo Chita (digo Sócrates).

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Aquí, al lado, junto a la torre del ordenador, Sobre el concepto de ironía, la tesis de Kierkegaard sobre Sócrates (ed. Trotta). Me da un poco de miedo, la verdad... Soy tan escasamente filósofo, y K. era tan grande...

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