1 de mayo de 2009

Rafael Calero

Ella es muy hermosa.
El pelo negro, no muy largo,
le cae descuidado sobre los hombros.
Los ojos profundos, oscuros, invernales.
Ojos de mujer.

También aquí.

O sea: que escriban otros que saben. Y que cambien el color de los ojos si les place, la caída del pelo o que esté descuidadamente recogido. Que el amor en cada caso se invente su infinito en la carne ajena---

Yo resguardado, en mi plaza de escribidor, tras la barrera y con mis ojos viendo la plaza. Que así sea---

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