25 de febrero de 2008

"En una situación injusta ...

... la impotencia y ductilidad de las masas crecen con los bienes que se les otorga", así empieza la cita de H/A del impresionante alegato que representa la Dialéctica de la Ilustración (p. 55, ed. Trotta), que debe ser uno de los más soberbios libros del siglo XX:




Pese, caballero, las palabras. No tenga miedo de ellas. Lo descrito, para las masas otorgadas, es su situación de alienación: refinadamente descrita, puesto que la distinción entre material y social, la hipocresía mentada, la negación ocultada en favor del vivir afirmativo, señalan (ponga las palabras sobre las manos, acarícielas, juegue con ellas entre los dedos) el pan nuestro al que no hace falta un dios para que le recemos, puesto que él de sus manos nos lo da para que no tengamos cuidado diario.


Dialéctica... de la Ilustración: Kant cabeza abajo, igual que un fascista caído. Nuestra vergüenza.


La razón, que no afirma según su capricho, la que reconoce según sus intereses crítico-negativos, llámase espíritu. No se engolosina con las opiniones de la prensa. Aunque no lo diga, al tratarse de un amor en edad madura, ella ama la verdad: encontrarse los velos para quitarlos... según la finalidad de las cosas, que consiste en algo mucho más interesante que gastarlas en (su) consumo o (nuestra) diversión.

Espectáculos e Internet: consumos mínimos.

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