15 de febrero de 2008

Continuación de El otro ilustrado: A. G. O.

"¿Y qué fue de la muerte de Dios, que tanto prometía? Ésta es otra clave del fin de lo moderno y del inicio de la incertidumbre medievalizada. Lo moderno, en la Historia, avanza a base de muertes, de asesinatos casi: la del Padre, la del Estado, la de Dios, una misma figura siempre, y siempre masculina. Pues bien, ocurrió que la muerte de Dios nunca tuvo lugar."

F. Nietzsche corregido, las evidencias históricas también: los procesos revolucionarios, las reformas religiosas, los agnosticimos, ateísmos y materialismos borrados del mapa... porque interesa a las fechas electorales presentes. La muerte de Dios no tuvo lugar porque lo inexistente no puede morir, dirá el ateo. Dirá el prudente que tal deceso refiere en metáfora simplicísima épocas y situaciones de una complejidad inmanejable.

"Y tampoco la sociedad civil y laica se libra del regreso de lo retrógrado al primer plano de nuestras vidas. Es retrógrado de manera alarmante cuestionar el evolucionismo darwiniano... "

Retrógrado (movimiento regresivo) el ejercicio crítico: progresivo el dogmatismo -se viene a decir. Lo científico antipopperianmente determinado: irrefutable. Darwin = Dios. Lo científico = lo estúpido y lo ovejuno beeee beeee.

"El discurso retrógrado, en su condición de plantear una regla de máximos, propicia, perversamente, que lo meramente conservador avance y consolide espacios y maneras que antes sencillamente eran propias de lo progresista moderado. En estos tiempos medievalizados, entre una falda hasta los tobillos y una minifalda, una falda a la altura de la rodilla acabará siendo el súmmum de la conquista de la libertad. Y encima nos parecerá bien."

Retrógrado el imperativo categórico, la regla máxima de máximos: "en estos tiempos medievalizados"!!! ¿Dónde se le ha ido al escritor la prudencia? Ay, esa tentación de confundir la libertad con la minifalda!

"¿La solución? Difícil encontrar una que no pase por recomendar la metáfora de ubicar a la Iglesia y al islam en su justo lugar: el cielo, el espíritu; porque, como bien recuerda el filósofo José Luis Pardo, en su impresionante ensayo Esto no es música, Kant definía la religión como un subgénero de la poesía (o sea, de la ficción)."

Pues no, la religión no es eso para Kant (no en un sentido literal, groseramente literal de ateo de casino), sino el signo de una disposición metafísico-innata del hombre: como una fe moral nada más, una delgada religiosidad vaticinio de esa negación de Dios que la ignorancia supina del escritor de guardia niega.

...

Y, en un párrafo anterior, la temible falsedad: lo religioso referido al mítico y dorado pasado, la confusión de una de las formas de religiosidad con la religiosidad en todas sus formas: y la negación de ese mismo esjáton que da origen a las promesas utópicas seculares (Ilustración, marxismos, ...)

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