Cada cual cuenta la feria, y yo, que poco puedo contar porque los testigos se fueron, intento obtener un impresión del tiempo, entre mis recuerdos confusos y lo que voy leyendo por ahí. Pero no logro hacerme una imagen de la época, e intuyo que para aproximarme necesito un lugar concreto, muy marginal, pero que es el mío. Y poblando esa intención de imagen con las personas que recuerdo (quien tiene talento de narrador recrea el mundo) me hago la ilusión de que entiendo algo. Pero entonces me ganan al mismo tiempo la alegría y la tristeza. La gratitud y el dolor, quiero decir.
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