Un párrafo suelto de Lacan es (para mí) como una especie de dolor de muelas mental. ¿Este hombre hablaba/escribía en serio? Heidegger, por comparación, es un virtuoso de la claridad.. (La dificultad del libro de Sokal/Bricmont se presenta doble: las logomaquias debeladas y la argumentación, rigurosa, de los autores de que, en efecto, estamos delante de una verborrea absurda.)
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