No parece lo más certero
que un hombre cualquiera,
-digale x, que es
el primer avatar
de la incógnita-,
con medio siglo
en los riñones,
se pregunte
mientras camina
por las calles
del extrarradio
de la villa
1º, por qué existe
el mundo
en vez de no existir,
que sería lo fácil,
y 2º, que el mundo
también existiría
aunque no existiera nadie
para constatarlo
y hacerse la pregunta
que él se hace
un día, este,
de posviento.
En verdad, concluye,
el mundo lo hicieron
en seis días...
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