Gainsborough, El carro de la cosecha, c. 1767
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Constable, El carro de heno, 1821
... la vida en la granja se había representado como un sosegado idilio campesino, cuyo fondo era un ordenado paisaje de setos y muros de piedra en seco, a la sombra de gigantescos robles (que se utilizaban para la construcción de los barcos ingleses) y sauces (destinados a la fabricación de bates para jugar al criquet). Según esa manera inglesa de ver las cosas, la granja era el centro de la verdad, lo hermoso y lo bueno. (J. Raban, Mala tierra)
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