1 de julio de 2015

... no podía evitar pensar en Samuel Beckett. Allí también la realidad se hace trizas y el lector no siempre puede ponerle imágenes a lo que se está contando. Al menos imágenes claras y precisas. En este tipo de obras se diluye eso que Barthes llamó “el efecto realidad”, ese detalle que ancla la narración en un espacio concreto y que se convierte en algo clave para gran parte de la literatura moderna. (nohalugar)

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