Deleuze y Guattari, Derrida y Lacan, Philippe Sollers y Julia Kristeva, Foucault y Lyotard, Barthes y el propio Todorov, fueron algunos de los grandes sacerdotes de este culto que poseía en la revista Tel Quel (1960-1982) a su más elocuente órgano de expresión. No todos los integrantes de este hermético círculo, sin embargo, eran iguales ni han sobrevivido de la misma manera; muchos resultan hoy día poco más que curiosidades eruditas. ¿Quién se acuerda en la actualidad, por ejemplo, de Marcelin Pleynet y sus apriorísticos criterios estéticos de support/surface? ¿Quién recurre ahora, excepto quizá con ironía, a «rizomas» edípicos o contrapone langage-objet a meta-langage? Curiosamente (o quizá no tan curiosamente), los protagonistas de este movimiento que siguen interesando mayoritariamente en la actualidad, que siguen, en definitiva, teniendo algo que decir, son aquellos que, supremo sarcasmo, mejor escriben o escribieron. (V. Lleó, reseñando un ensayo de Todorov, Elogio del individuo, en Revista de libros)
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12 de julio de 2015
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