21 de octubre de 2012

Lex naturae

Contaban que el sabio Spinoza se deleitaba contemplando el juego fatal de la araña con la mosca. La misma contemplación forma parte de lo ineluctable, de la red tendida. Así lo pensamos nosotros esta tarde.

Luego está lo de las elecciones. Preocupante todo.

La necedad de los seres humanos, su vana presunción,  no hace más que empeorar la situación, el arrojamiento de los seres al mundo, la sujeción a la ley de muerte como pago por la injusticia de existir, de venir al ser y desordenar la indiferenciación del comienzo (algo así sostenía Anaximandro), que no se cifra, el comienzo de todo, en caos sino en felicidad...

Conocemos incluso a las personas que colaboran en esa ley de la naturaleza que no guarda misericordia.


Lo terrible es que los pequeños seres se quiebran definitivamente con  el más tenue lamento, no con un grito desolado, con un desgarro que abriera estrellas. Un chillido de incomprensión y ya está. Los adultos contemplativos padecen la misma incomprensión. Aunque se advierte demasiado tarde, una vez que el sol se ha puesto. La lechuza avisa del peligro. Es lo que sabemos.

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