30 de mayo de 2007

Notas

(A propósito de Temor y temblor de Kierkegaard)

Según lo que leo en James Collins (El pensamiento de K., FCE): se puede hacer una lectura moderna y sociológica de los conflictos de la fe. Los nombres de ésta (esperanza, resignación, absurdo... ) mientan la parte residual de los conceptos (sea la universalidad kantiana, racionalista, neoclásica, sea la más vaporosa gira -del todo por el todo- del espíritu hegeliano), i. e., aquello que no se somete a los planes de la administración de las cosas y las personas. La fe es, básicamente, no utópica: hostil al plan, amante de las diferencias que se mantienen ocultadas por los planes.

Leyendo TyT, pienso que la fe puede ser sacrificial, inquisitorial, si cabe -y lo sabemos-; también puede llevar al ateísmo a ciertos espíritus; pero no puede ser genocida. La fe religiosa; porque la fe política -la extensión universal de ciertas bases éticas, nacionalistas, racistas o comunistas- sí han dado lugar, de facto, a la extensión correlativa del mal: dolor y muerte.

(Aunque ninguna certeza: yo.)

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