Contraviniendo las sublimes y perentorias exigencias al respecto del imperativo categórico, del incumplimiento universal de la prohibición de cruzar en rojo los semáforos no se ha obtenido una extinción del reino de los fines, sino que paradójicamente se han creado nuevas ciudades, como por ejemplo Napoles o Estambul.
(Reste para soberbios y pertinaces moralistas la ardua demostración de la inexistencia de tales urbes irredentas- excogitaba el transeúnte de las rúas de aquel poblacho semimanchego con ínfulas, sendas otrora tantas veces peripateadas. O sea, que las llevan claras, tía.)
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