Somos adictos a la literatura perniciosa, como si eso solucionara algo, aparte de salvar las horas. y también, lo que no deja de ser texto dañoso tambien, a las notas que el joven Ortega escribía en 1914, ad usum sui, en clave fenomenológica, pero igualmente para consignar que dormía poco. En efecto, determinar el status ontológico de la relación quita el sueño de la juventud pensante.
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