Que en cualquier calle se halla una ciudad entera es un corolario de oscuros presagios, de aquello que sabemos: un hombre y una mujer se encuentran a sí mismos al cabo del viaje, salvando islas y tiempos. Así, en la calma soleada de un bar que hace esquina, ese que está junto a la farmacia, en la mente del parroquiano que mira por la ventana, sin saber, está presente un universo, tras sus ojos. Los números, ¿no son los mismos?
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