El que cuida de su alma, acude al teólogo; el que de su hacienda, al jurista; y el que de su salud, al médico. (Juan de Zabaleta, Errores celebrados; acerca de Diógenes el cínico)
Basta con tener un libro que supla mi entendimiento, alguien que vele
por mi alma y haga las veces de mi conciencia moral, a un médico que me
prescriba la dieta, etc., para que yo no tenga que tomarme tales
molestias. No me hace falta pensar, siempre que pueda pagar; otros
asumirán por mí tan engorrosa tarea. (Kant, ¿Qué es ilustración?)
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