Se sintió contento el constructor con el resultado. De la solidez de los muros, de las ventanas. Quiso repetir la obra, dividiéndola por la mitad, sin otra diferencia, en la acera de enfrente. El mismo número de residentes en total. Casi se diría que las mismas personas a un lado y otro de la calle. Demasiado tarde comprendió el error, el fallo estructural desde el inicio de la construcción. Su ambición había sido desmesurada, infinita. Si se lo propusieran, cada uno de los habitantes del primer bloque mediano podría mirar desde su ventana a uno y solo uno de los que viven en el gran edificio. Lo mismo sucedería con los del segundo bloque. Aquí está el problema..
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