21 de agosto de 2015

Sibarita teórico-práctico, contemplaba imaginariamente desde su no menos fingido sillón de orejas la metódica destrucción de valores y costumbres a que se entregaban con ahínco religioso la clase política, la prensa y la divina ciudadanía presunta voz de Dios. (Aunque él solo sabia del Marqués de Sade por la piadosa condena recogida en Dialéctica de la ilustración. ¿O no era condena, sino contemplación de la historia en su tiempo a la luz de libros pasados?)

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