En estas mismas horas, un profesor faltará hoy a clase. Y aunque todos piensen en él, nadie preguntará por él; todos saben, sabemos, por qué. No asistirá porque ayer lo asesinaron mientras estaba trabajando. Y no merecerá ni siquiera las inquietudes mediáticas que el asesino está mereciendo. Un número, un profesor, una víctima. Nada… porque de él nadie habla. ¿Tenía mujer o novia, padre, madre, hijos…? Nada. Un simple substituto al que igual todavía ni se le conocía. Quien no haya sido substituto que tire la primera piedra. (Vora la platja)
Amén. Habrá quien piense que España es un país que siente un exceso de compasión por los verdugos. Pero no todos los españoles son así.
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