27 de noviembre de 2013

De las libertades

El arzobispo granadino plantea una exigencia parece que políticamente inaceptable: que para criticar un libro haya que leerlo primero. Imposible para la corrección. Ahora bien, si leído el libro se encuentra que sus proposiciones son condenables, ¿debemos retirarlo de la circulación? Quien considere que sí, que deletree cuidadosamente: I-N-Q-U-I-S-I-C-I-O-N. Digo yo que en una democracia o régimen liberal habrá que imputar, acusar y condenar a las personas, no a los textos...

Tenía razón el arzobispo, para criticar el libro hay que leerlo. Y, una vez rebasada la entradilla, se puede comprobar que el título, quizá, se queda corto.

2 comentarios:

Julio Gonzalez dijo...

Martin, cada día me doy más cuenta de que el progresismo es la misma cara de la moneda, igual de intolerante que lo es el conservadurismo, y todo porque nació del miedo y del rencor, ya lo decía Yoda...

Julio Gonzalez dijo...

Hay una parte del articulo que me ha hecho mucha gracia: "IU ha instado a la fiscalía a que investigue si el libro hace “apología de la violencia contra las mujeres” En lugar de analizar al completo el libro empiezan por buscar lo que quieren encontrar, es puro interés político y no social, me repugna.