30 de julio de 2013

Primo, de nobis

Riderimus, semper.

Veamos otra de A. H. Crimen perfecto: altísimo, muy inteligente teatro filmado. Pero me cuesta seguir, tengo mucho sueño. Por vía de paradoja, no sabemos, en la historia de paranoico voyeurismo y supuesta locura a varias bandas que se narra en La ventana indiscreta, no podemos decir, ni muchísimo menos, que los espacios sean no lugares. Qué cantidad de asuntos se ventilan en ellos!

Conviene revisitar el ciclo entre raskolnikoviano y nietzscheísta de A. Hitchcock en los años 50 o un poco antes: aparte de Crimen perfecto, Extraños en un tren y La soga. Para empezar. Y encontrar mi Truffaut. Ps. Vértigo no se aleja de esas coordenadas amoralistas, y Con la muerte en los talones (en la medida en que los gobiernos encomiendan los cuerpos de los demás a la misericordia de Dios), tampoco. Todo esto tengo que aclarármelo mejor. Luego podría empezar con los filmes de Eric Rohmer, o de cómo la moral se hizo acomodaticia y venal si quería sobrevivir en el mundo de después de la II Guerra.

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