4 de septiembre de 2011

Sintaxis

Yo no sé dónde estás, pero estás ahí. Y todavía no conozco tu condición, de ángel o de fiera. Sé que te adhieres a las almas de los pobres, que lo son tanto que esquilmaron estúpidamente su pequeña fortuna y la alegría que da el cuerpo alegre de los pequeños: juegos y risas; juguete y sueño. Sólo ellos existen para mí, aparte de mis amados en el reino de los muertos. Sólo ellos existen en el sentido de no provocarme dudas, de no dejarme en esta tan inconveniente suspensión de la voluntad en la que me dejan más pobre y más solo los mayores y sus decretos. Sus palabras, sus silencios, su carne dulce y los labios que hablan y tiemblan sin que yo entienda el orden secreto de sus deseos.

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