8 de junio de 2011

Hegelian@

La sustancia del yo es el pensamiento; y la del pensamiento, la libertad.

Así, el ave vespertina levanta el vuelo en un aire con trazas de plomo, el plomo de la duda. Lo recuerda cada tarde (el ave, el alma), con el hígado corroído por la amargura y el alcohol.

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