25 de enero de 2011

Sustantivo y adjetivo

Pide el partido opositor la retirada de los complementos. No es eso... Lo escandaloso está en el hecho diferencial, en el privilegio, la asimetría, etc. Acierta el partido que gobierna cuando lo acusa de demagogia. No se engaña sobre el asunto.

Más tarde: porque la cuestión no es la de discutir sobre complementos, suplementos, dietas o incompatibilidades. Que también. Sino que hay una previa: la de las razones de la diferencia entre el hombre (me refiero al género entero, o sea la especie) dedicado a la política y el dedicado a su vida propia (vulg., trabajador). Nadie discutirá que el político esté bien pagado. Un platónico sabe del desagrado de la tarea, pudiéndose dedicar cada uno a sus horas felices, en vez de al servicio público. Lo que nos atrevemos a discutir es de qué fragmento del derecho natural (el divino lo rechazamos) procede el cómputo de cinco veces el valor del tiempo político con respecto al tiempo no político (siete años vs. treinta y cinco, dicho groseramente). Dudas así no se plantean en épocas de vacas gordas, donde "cualquiera" vive tan bien como un diputado. Se plantean ahora, y para el futuro, cuando las vacas están magras y la remuneración asimétrica nos devuelve a ideas de castas (cínicamente defendidas), atiza rencores, con el peligro de que los ciudadanos lleguen a imaginar que sus representantes electos ya no es que vivan en simbiosis y amor con ellos, sino parasitándolos como una nueva nobleza de robo. "El estado somos nosotros", sostienen. ¿Qué sostienen los súbditos?

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