31 de julio de 2010

Ondas que no llegan

Alguien había entrado en la casa. Vio el peligro y que no saldría de allí. Comprendió que había llegado su hora. Al despertarse, miró asustado en derredor y tuvo que pensar que si de veras se hubieran encontrado allí (es decir, no solamente en el sueño, sino en la habitación real), si él hubiera estado en un peligro mortal, si su hora hubiera llegado, nadie sabría que un instante antes él lo había previsto en su sueño, y tampoco estaría él para recordarlo. Sería una premonición muerta, un aborto de anticipación, nada.

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