26 de julio de 2010

No hay salida, III

Se empieza el libro del divulgador (me callaré el nombre) y se le ve el gesto del chulo, del sobrado, soberbio, prepotente y señorito, andaluz muy profundo. Aguantaremos las bofetadas mentales que nos da (perdonándonos la vida, a nosotros los ignorantes que le leemos), las ganas de soltarle una patada al libro. Se trata de un chulo informado, de los que me interesan ahora. Ah, de vez en cuando se le observa un resquicio de ignorancia en aquello en lo que no es especialista. Los pobres recibimos unas migajas de justicia tras tanto sol mortal.

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