18 de marzo de 2009

¿Por qué tendría que ser...

... un mandato incondicionado leer a Fernando Pessoa?

Una de las Odas de Ricardo Reis, heterónimo del poeta luso, sostiene lo siguiente:

Aguardo, ecuánime, lo que no conozco:
mi futuro y el de todo.
En el final todo será silencio salvo
donde el mar bañe nada.

A mí no me tocó ayer leer nada mejor que esto, ya noche cerrada y cuando había superado la fase de la promenade autour de ma chambre. En realidad no importa que yo lo lea o que lo deje de leer, porque las palabras están ahí, en mármol etéreo: "En el final... " Reinando la muerte, y sin embargo existiendo un ser para nadie, por astuto que sea. El hecho de que al ser le podamos corresponder nosotros, pero debemos ser "ecuánimes" y esperar lo mínimo y del signo que sea, concede autoridad a la poesía o, mejor dicho, le da origen. Porque parece demasiado grandioso ese zumbido eterno y subsistente del mar abrazando la playa solitaria, como para no concederle un tiempo y un espacio, alma o escritura, si podemos.

***

Así, conocemos las intenciones de los seres y no podemos hacer nada, sino esperar que les dé curso el tiempo, o que lo mediten. Ponen entre ellos y nuestra inquietud el mismo muro que la frente para el pensamiento ajeno, según creo recordar que entendí en algún poema de Aleixandre.

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Músicas:

High quality, Andrés Calamaro & Ariel Rot en El ambigú, 18 de marzo.

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