9 de marzo de 2009

Mala baba







Supongo que a un novelista de raza se le tendrá que reconocer, entre otras cosas, por la leche agria que se escurre de sus letras. En la chef d´oeuvre barojiana El árbol de la ciencia viene este párrafo-perla sin hojarasca. Árbol puro y verde. El fragmento pertenece al capítulo titulado "Médico de higiene", con lo que el experimentado lector sabrá desde el pórtico de qué "proletariado" (término de Baroja) se trata.

Para los que fuimos educados, durante las dos décadas finales del siglo anterior, a lo largo de unos brillantes estudios universitarios, en la hermenéutica de la sospecha (valiente comprensión!), muéstrase en las frases breves barojianas el lugar de la ideología (cristiana supuestamente) en el curso de las prácticas sociales. El dinero, la diversión y el cuerpo, contemplados en el más sórdido teatro lumpen, sin que el sistema social burgués utilitario se resienta lo más mínimo. Apuntalado, al contrario, en estos desaguaderos de la vida en los que viven la miseria y el crimen.

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