13 de junio de 2007

¿Un año más?

(Ego-blog)

Qué pomposa la condición del pensar: el olvido del olvido del ser (nada, humo; ceniza lógica para el amor filósofo), casi la muerte. Las frases adelgazándose, el sujeto que apunta al predicado hasta que lo pierde, o esas acciones que parece que no las realiza nadie, que las realiza Nadie, el que engaña, el astuto (Ulises, Europa, el cristianismo).

Los pensamientos dominantes, las obsesiones, no se dan como un puro y prestigiado juicio lógico, en la certidumbre de una conciencia burguesa, individualista, imperialista, científica, colonizadora, falocéntrica, misógina... en la economía de un party de las conciencias que señalan los objetos, su presencia, olvidando el olvido constitutivo de las frases, su retirada, desigualdad, trampa y máscara.

Un pensamiento, para mí, cobra la forma de un suceso químico e impersonal, que no conozco porque no lo sé y no lo puedo (esto es, que no lo comprendo), reiterado, impulsivo y constriñéndome siempre. Sé, con toda la certidumbre socrático-cartesiana de que soy capaz, de la impotencia a que la reflexión puede abonarse, y que encuentra por doquier pistas del absurdo, la falta de base, de suelo y de patria: los blogs, esa escritura multiplicadamente reflexiva, la autoconciencia eléctricamente realizada, planean sobre los individuos como su libre saber y estar por fin, la sociedad de los cultivados aquí ya de una vez.

Es como si desplegáramos a lo largo de una calle una colección de espejos rotos: nada del cielo, sino cerebros enfermos expuestos a los enfermos paseantes.

9 de agosto de 2006

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Siendo el mismo, se suscribe (se firma de nuevo). Aunque las palabras empiecen a pesar---

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