28 de marzo de 2007

Sobre el lenguaje

...sólo me puedo referir al mío. Es decir, que las conclusiones -si es que las obtengo- son plenamente inválidas por falta de contraste.

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¿Quién puede decir, si lo ama, que no ha experimentado el miedo? Lo peor para el amante es oír voces que no entiende. Está el conjunto de los significados, por una parte, y lo que oye, por otra. Son dos conjuntos infinitos, aunque la vida no lo sea. Entonces, ha experimentado el fracaso de no entender, y le aguarda para mañana el fracaso seguro: sabe que volverá a no entender.

¿Luego? Soy lo que no comprendo: dejándome, viviendo. También entre las sombras se presenta la claridad, las palabras felices, mi propio lenguaje, ese amor al que me entrego.

Tengo que conocer sus derechos: viene del cuerpo y de todo aquello que uno no decide y le es dado. Poniendo la mirada y la inteligencia en los antecedentes ninguna vida parece posible. Pero sé también que todos esos antecedentes, el ciclo de vidas y muertes, existen para el lenguaje, se presentan en las palabras.

Lo difícil es que los demás lo comprendan, porque uno sólo les ofrece los gestos: una cara seria que se confunde con sequedad.

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