11 de marzo de 2007

Sábado en provincias

Sin ser exactamente así, porque ya no estamos olvidados del centro, ni por estar en la periferia ignoramos todo lo que se debe saber, aún conservamos algunos los tics de épocas más oscuras: esperamos los periódicos de los sábados, para conocer lo que culturalmente se va a llevar. Los medios madrileños suelen ser bastante coincidentes (¿moda?, ¿contagio?)...

Pero sobre la pequeña intensidad que producen anímicamente los diarios sabatinos es mejor escribir al día siguiente, guardar la reflexión, evitar el agotamiento... Este consejo valdrá quizás para cualquier acto de lenguaje: /viene la proposición al pensamiento y anhela hacerse sonido/. No nace pura, sino de la emoción -oscuridad- que nos producen las circunstancias, incitando el movimiento electro-químico de las pequeñas y poco estimadas células grises.

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Perdido el prestigio autorial, porque cada uno de nosotros, pequeños seres, se asoma sin recato a su ventana, ¿cómo esconder la vitalidad infinita de las subjetividades? Cada uno de sus textos es un acto de amor, aunque sea desesperado... se afirma negando, resolviendo por la contradicción íntima el impasse mortal de las dudas.

(No ventanas de perspectivas amplias y metafísicas, virtualmente totalizadoras; sino máscaras, carnaval multimorfo de las opiniones. Porque ventana = transparencia y máscara = ocultamiento)

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Manuel Bragado: "El nacimiento de la nueva literacidad", en Abcd, 10 de marzo de 2007.

Las innovaciones tecnológicas reclaman un punto de vista crítico, casi una suspensión de la neutralidad moral (que sería la actitud normal, la aceptación por la conciencia de las realidades tecnoeconómicas). Un océano de escritura sin canon demanda un tipo de lector formado, bien pertrechado de filtros, selectivo, perteneciente a la élite, la minoría selecta (la que no se ahoga en la masa de información).

Esto -la petición de ese lector ideal, casi sublime- puede representar una condición de posibilidad del empleo de la inteligencia, y en ese caso podría incluirse dentro del conjunto de disposiciones morales que debemos ver como progresivas o perfeccionadoras (según la Ilustración, aún no desdeñada por completo). No obstante, hay razones para dudar severamente acerca de la posibilidad concreta de trasladar la moralidad a las acciones: ¿cuál habría de ser la función económica de un lector de élite?

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