(Los otros, los míos, yo) Sé que el mundo es el de antes, hecho ahora de nostalgia y de miedo. La propiedad no está en los bancos, y sí en la infancia. Desde atrás -pero el espacio es el mismo, pese a la vorágine inmobiliaria- recibo tirones. Me dejan ir, no insisten. Que siga mi ruta, que solamente les dedique un tiempo al día. Entonces vuelvo la cara, al frente, y encuentro un muro. O soy yo.
Recuerdo el camino de tierra, la casa al fondo y la vieja loca que estaba encerrada. Los años fueron, y solo tengo humo y sueños. Además de un impreciso sentido del deber.
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