Miniseries nórdicas, riguroso mid-cult. Paisajes inolvidables, aptos para el no-viajero. En La desaparecida..., aparte del final abierto o no final (tampoco es que sea muy congruente con nuestros apetitos narrativos, en simetría con nuestro disgusto por las prolepsis extemporáneas), bla bla, descuella el punto de crítica a unos medios - no hablemos del Estado, de la policía y la justicia minúscula- que han caído en la trampa de redes y blogosfera (qué tiempos ya idos, los de la blogosfera!) y que han renunciado a la parsimonia de la verdad, que es el paso y cara con que asoma la realidad, colectando sus facetas, asomando su claridad entre nieblas.
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