Lo malo de las crónicas viajeras es su voluntad de trascendencia, ese capítulo inicial en donde se pretende asentar una teoría o justificación de lo que ha de venir, que es el viaje en sí, los territorios y las gentes. Considera la piedad que se debería volver después, de nuevo, a esos capítulos introductorios que son rescoldos pre o postlegitimadores del viaje o del texto. Pero no siempre se encuentra uno con ganas o con fuerzas. Pero ahí están, a disposición del convaleciente..
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