Comprendí hace unos días que debo huir de estos compañeros de trabajo nuevos, fiesteros al máximo y que literalmente se montan encima. Beben, bailan, cantan, ríen. Con toda claridad. Debo ser prudente y retirarme a la casa, entre los libros. Vivir en la ribera dorada de G. es muy caro para mí, así que no tengo esa opción. Sobre todo, debo guardarme de que estos sueños se realicen.
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