Juan Ginebrino aja sus horas de sesteo con la lectura e improbable comprensión de textos acerca de la noción de análisis conjuntivo pergeñada por el polímata D. G. Imposible, ni con la ayuda de egregios hermeneutas de la Escuela del sudeste. Con esta panoplia de accidentalidades sin sustancia, de fuerzas sin motores, le pasa como a Heráclito con el río: lo tiene delante, pero no sabe dónde está. El aluvión de palabras vela lo real, una sola palabra es ya cortina que escamotea lo existente. Quizás solo sean verdad los puentes en esta urbe pulcra, acaba pensando Juan, de forma quizás incongrua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario