Pero no hay sinsentido que no salve el lenguaje que lo miente.
La palabra, ¿dice verdad cuando se dispara? El signo quizás finge un sentido nada más ser trazado, en la roca ofrecida al mundo o en la cueva recóndita.
Los hombres, inquietos siempre, incansables ya en la primera hora de aquel mundo impensable, dejan su impronta en la pared, la mano señalada al compás del grito de sorpresa,
Balbucean (pero, ¿qué?: nada señalan, quizás su miedo) y se miran...
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