Este necio, negro reaccionario cometió el error, allá bien entrados los 80, de leer sendos libros de A. Duque (El suicidio de la modernidad) y J. F. Revel (El conocimiento inútil) que, mal asimilados y falaces per se que eran, ça va de soi, le volvieron inepto para comprender la verdad entera, necesaria, apriórica de cualquier proclama progresista.
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