Como un amanuense en días de imprenta, moviéndose en un mundo inconveniente, esparce en una red sus pobres hojas volanderas. Ellas no encontrarán el asiento y el reposo, un lugar para que ojos ajenos, miradas desconocidas y piadosas, cavilen una interpretación que no proviene de la fanfarria sino del poso de las edades..
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