No me convence esa tendencia a desreferenciar consistente en omitir en el texto (de no ficción) el nombre de la persona real, colocando únicamente la inicial seguida de tres puntitos. Así muta la persona en personaje. Clave para iniciados, invitación cortazariana al lector macho o vergonzante conatus autoficcional... Yo, M..., no sé.
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