En aquel tiempo, Espénglerez dio la brasa a sus contertulios del Club Social La Papa Sabrosona (especialidad en fritangas y música tropical de antaño) en torno a un opúsculo que pensaba pergeñar, intitulado Génesis del homo idioticus, acerca de los seres que, idolatrando al muelle Ego, no querían deberes ningunos y sí todas las libertades.
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