13 de octubre de 2013

Crisis? What crisis?

Venía ayer en El Mundo, ocupando más de dos páginas, un especial de Enric González con las aportaciones de historiadores de prestigio (Fontana, Fusi, García de Cortázar, Álvarez Junco...) en torno a la crisis y definición/ indefinición actual de España. Me quedo con la sensación de que cada historiador es intérprete fiel de sus selecciones, filiaciones y partidismos. Me molesta en particular el tono de G. de C. Es elogiable oponerse al progresismo cuando gobierna, no tanto oponerse a él cuando ya no gobierna. Con lo cual se acaban sosteniendo los puntos de vista más conservadores (y dominantes, también en sentido político). Porque ese es justamente el problema: el divorcio de la ciudadanía española con respecto a la idea y realidad de España. Lamentablemente no toda la culpa puede achacarse a los nacionalistas, ni al sectarismo del gobierno de antes. Falta de ejemplaridad y medidas injustas pueden tener que ver con la indiferencia que cosecha España entre sus hijos e hijas. Si G. de C., y perdón si me equivoco con él, piensa que se va a lograr algo con tonos como el suyo, me parece que se equivoca con su ideología de la historia. Ideología = proposición de un modelo real de las cosas cuando los individuos están cabreados.

Me quedo con este párrafo en la crónica, "España en la hora del desencanto":
A partir de 1874, bajo Alfonso XII, el político conservador Antonio Cánovas del Castillo intentó crear una España vagamente homologable con otros países europeos, basada en un sistema de democracia limitada y alternancia parlamentaria con los liberales de Práxedes Mateo Sagasta. Duró décadas, pero acabó naufragando por el caciquismo regional, la corrupción rampante y la propia ineficacia del Estado. A Cánovas del Castillo se le atribuye, en un debate constitucional, una de las frases más demoledoras sobre la nacionalidad española: «Es español el que no puede ser otra cosa».
Y para ser ecuánimes con García de Cortázar, vaya este repaso yo no sé si valleinclanesco o barojiano en sus aires, pero con mucha mala baba:
... el significado de ser español «se ha vaciado en el populismo quejica de los confederados andaluces, en el pintoresco perfil de los canarios enjaulados en su ensimismamiento, en el chapoteo ruralista de los yanquis del Cantábrico, en la flatulenta digestión de las identidades interiores de las dos Castillas súbitamente reproducidas, o en la modernidad prêt-à-porter de un valencianismo encantado de copiar a Cataluña a base de definirse contra ella».

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