10 de febrero de 2011

Bestia parda

O de la proporcionalidad inversa entre cultura musical y la razonabilidad (del mismísimo self que suscribe):

Está el público en sus asientos, en el Salón de Actos del Conservatorio. Observo el piano, de un irradiante marrón metalizado (¿Steinway?, ¿Yamaha?, ¿Kawasaki?), la presentación del acto musical por parte del director... y no puedo ver a la pianista, que debe ser un fenómeno, la verdad, porque cierran las puertas a los mirones del hall (el mismísimo self de antes). A continuación me veo obligado, todo el dolor sintiendo, a ir a tomarme una cerveza a uno de esos lugares ad hoc. Por el camino me encuentro a mi hermano, que tampoco considera descabellado el plan...

Vuelvo, y tampoco consigo ver a la pianista, escondida por alguna razón que no sé.

Ps. Mi vida se parece cada vez más a la de IJR.

No hay comentarios: