Últimamente, a raíz de mi minimalista y algo insensata estancia portuguesa, por imposibilidad o cansancio, no leo casi nada. Unas páginas de Elyitis, a salto de mata y poco más. Aunque me atraiga la imagen del sol soliarca, del sol primero, a efectos de clase (Platón, 2º). Ahora, ¿a quién comunico que me he transformado en algo semejante a un no-lector? ¿A alguien que lee? He desplazado la cuestión: la lectura como sucedáneo, el coqueteo con la escritura cuando esa sustitución harta. Leer cansa. Escribir dilata.
I. e., que debo retomar los libros o volver a Portugal. La vida, después.
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