9 de mayo de 2010

Memento, II

Nos fijamos en las casas por las fachadas, a causa de las fachadas. Creemos, equivocadamente, que hay una maravillosa vida burguesa en su interior. Más en la era de la luz eléctrica, la microelectrónica de conectividad potencialmente infinita y las obras de saneamiento y salubridad pública. A veces en la calle huele mal, cuando los servicios de recogida de basura no han hecho su trabajo (lo que ocurre por razones firmísimas y no por veleidades privadas). No se nos ocurre pensar en un hedor semejante en el interior de las mansiones blancas. Si estuvieran un poco ajadas, vistas desde fuera, podríamos sospechar algo y nos veríamos inclinados a acelerar el paso, a pasar de largo. Sólo que no tenemos la debilidad de pensar en comprar este tipo de hogar (house/home). Nadie piensa en hacerlo.

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